Cuando me he despertado, tenía un cuerpo caliente a mi lado pero sin necesidad de abrir los ojos sabia que no eras tú.
Tu estabas sentado en el sillón, desnudo tan solo con tus muñequeras de cuero con una sonrisa medio torcida en tu boca, erecto y una sonrisa enigmática en la boca.
Ha sido una noche absolutamente sexual, no querías juegos tan solo sexo, nos has tenido a las dos derrotadas. La habitación huele a puro sexo pero noto como el aroma en tu cuerpo va cambiando, poco a poco es otro hambre la que se apodera de ti.
Con cuidado vuelvo a nuestra compañera de cama, la ato al cabezal y pie de esta con los brazos y piernas abiertos, su preciosas nalgas listas para ser azotadas.
La despierto lentamente, mi lengua acaricia su clítoris, ronronea e intenta girarse pero no puede y abre los ojos. Recibe en ese momento el primer azote, grita y esperas su reacción mientras mi lengua sigue con su trabajo. Ronronea y te dice con voz dormida que puedes seguir.
Le azotas tres veces más y vas a por la fusta que pones en mis manos y me dices que debo golpearle cinco veces, deben ser golpes secos ya que deseas ver bien clara la marca de la fusta sobre su piel. Cumplo con tus deseos, ella se retuerce entre dolor y excitación. Cada vez estoy mas excitada, te necesito dentro de mi, necesito tus atenciones. Pero se que hoy no me lo darás se que hoy es otro placer el que deseas.
Haces que me tumbe al lado de ella, la sueltas y me atas ahora a mí, mirando hacia arriba y empiezo a notar la cera sobre mi cuerpo, empieza por el dedo gordo de mi pie y lentamente va subiendo, calentándolo todo. Mis pezones han sido pinzados y nuestra invitada esta jugueteando con su lengua con ellos, según como mueve su lengua llega alguna punzada de dolor que lo único que consigue es que me excite mucho más haciendo que mi cuerpo se arquee buscando alivio y no encontrando mas que una dulce agonía que consigue excitarme mucho más.
Mi cuerpo esta lleno de cera de colores, formando un loco dibujo o tal vez es mi loca mente incapaz de enfocar la forma. Marchas a la ducha dejándome así, atada, hambrienta, ardiendo pero eres benévolo y le dices a nuestra invitada que me proporcione placer.
Tan pronto sus labios tocan mi clítoris estallo en un grito, olvide pedir permiso, olvide que existía. Ahora vendrá el castigo, dulce castigo de tus manos…
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