Cuando mi Señor y yo visitamos el viejo palacio no esperábamos encontrar un diamante en bruto, necesitaba mucha obra pero era perfecto para nuestros planes, era una casa que en su tiempo debió de ser muy hermosa y lo mejor de todo era el sótano, una gran sala con doce celdas, la sala había sido utilizada durante la inquisición como sala de interrogatorios, es decir para torturar y estaba esplendorosamente equipada, todo necesitaba restaurarse pero con tiempo y dinero no había problema y nosotros teníamos las dos cosas.
Después de dos años de trabajo por fin nuestro palacio estaba terminado, solo nos faltaba llenarlo y el primer envío nos llegaba al día siguiente, estábamos nerviosos y emocionados, nuestro sueño estaba adquiriendo forma y teníamos trabajo por delante.
Cada celda había sido acondicionada con un catre, una silla, mesa, lavabo y wc, la ducha estaba en un rincón en la sala principal, junto con la cruz de San Andrés, una mesa de tortura que nos costo un poco restaurar debido a su mal estado, la rueda, y los grilletes sujetos a las paredes. En el centro una enorme mesa de comedor con 14 sillas, de momento solo se ocuparían 3 pero sabíamos que poco a poco iríamos teniendo la mesa completa.
Mi Señor me mira y sonríe, a la mañana siguiente tendríamos por fin a la primera de nuestras niñas, pero esta noche es nuestra y decidimos estrenar adecuadamente nuestro salón preferido de nuestra nueva casa.
Me dirijo con suavidad hacia el potro de tortura, solo llevo puesto unos tacones de 12 cm y los colgantes de pezones estos son distintos ya que tienen mis pezones atravesados no enganchados y la cadena se une al piercing de mi clítoris. Me situó en él y mi Señor me sujeta con los grilletes las muñecas y los tobillos, se quita la camisa y admiro su amplio pecho que me encanta lamer.
Se acerca a la rueda y da un giro…. mis brazos y piernas se estiran y suspiro. Me deja así un momento mientras va a por una vela, es gruesa de tres mechas y la enciende dejando que la primera gota que se forme sea generosa y la noto sobre mi pezón izquierdo, todo calor, fuego, quemazón, me muerdo el labio inferior de dolor y placer.
Deja un momento la vela y da otro cuarto de vuelta a la rueda, mi cuerpo se estira un poco mas y seguidamente cae otra gota de cera en mi pezón derecho esta es aun mas generosa y el dolor es mayor, lo mismo que el placer.
Vuelve a dejar la vela para dar otro cuarto de vuelta a la rueda, un grito escapa de mi garganta y me mira con severidad, toma la vela e inunda mi clítoris.
Noto como poco a poco se va formando el orgasmo, solo necesito un toque de mi dueño para volar, explotar y alcanzar el paraíso.
Su sonrisa me muestra que me lo va a dar, y así es cuando tira de la cadena que tiene enganchados mis pezones y clítoris y da un tiron, noto el dolor y en ese preciso momento estallo en el placer.
Mi Señor me vuelve a llevar al cielo, y mañana por fin llega nuestra primera ninfa.
continuara……..
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