Capítulo 1
Jugar a actuar nunca había sido una prioridad en la lista de actividades de Natalia Cooper, pero hoy se encontró vestida y en el papel que la puso positivamente mojada. ¿Por qué? ¿Quién lo sabía? Ella no lo hacía. ¿Quien realmente entiende las instrucciones de la fantasía más interesante de una persona? Ella ya se desmoronaba de necesidad en el interior.
Ella se sentó en una rígida silla de plástico situada en una habitación iluminada, como la sala de espera de la oficina, en una escuela. No parecía real, pero este lugar, El Calabozo, estaba muy lejos de eso. El Calabozo se especializaba en la fabricación de fantasías. La suya fue siempre el escenario de un marimacho.
- Señorita Smith, el director la verá ahora - Natalia estaba utilizando un nombre falso. No se permitía utilizar su verdadera identidad aquí. Se ajustó la falda verde a cuadros pequeños, después la secretaria la guió a la oficina del director.
- Él va a estar aquí… dijo la secretaria.
Natalia asintió con la cabeza sin poder hablar. Se mordió el labio y se preguntó si estaría loca por quedarse ahí esperando a un hombre que la abofeteara. De acuerdo al papel en el escenario, era una estudiante habitualmente desobediente en una escuela católica Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, había sido capturada por dos muchachos en el armario de las niñas de la escuela.
Cuando la mujer la dejó sola, Natalia se acercó a tocar la máscara que cubría la parte superior de su cara. No sólo los nombres eran protegidos aquí, sino también las caras...
- Señorita Smith.
Su garganta estaba seca. Ella enderezó su espalda cuando la puerta se abrió atrás ella y pronto una profunda voz de hombre sonó. No se atrevió a mirar y cruzó las manos sobre el regazo.
- Así que nos volvemos a encontrar. Parece que te gusta mi oficina.
- Ah... No, señor. Respondió Natalia, él entró en su línea de visión. ¡Dulce Jesús! Era enorme. Vestido con un traje negro y camisa color negro con un collar de sacerdote, se parecía alguien que podía supervisar una escuela de niñas feligreses.
Él se apoyó en la mesa y cruzó los brazos sobre su pecho amplio. Su camisa se estiraba sobre los tensos músculos de sus brazos. Las grandes manos parecían como si la pudieran tragarla cuando él la tocara con sus dedos. Oh, su culo iba a quemarle.
Su respiración aumentó con lo que ella predijo.
Él la miró, sus ojos de un azul profundo la estudiaban a través de la máscara que también utilizaba. Debería haberla distraído verlo con máscara, pero solo aumentó la necesidad en ella. No importaba el escenario, él era un extraño que le daría exactamente lo que querían recibir por más de un año.
Un largo dedo golpeó en sus bíceps.
- Faltar a la escuela. Copas en el estacionamiento. Copiar en el examen de matemáticas. Poner pegamento en el café de la hermana Marta. Y ahora trae estos dos chicos a la escuela. ¿Qué vamos a hacer con usted?
Ella se encogió de hombros, levantando una pequeña esquina de los labios.
- ¿Detención?
Él movió la cabeza lentamente. Levantándose de la mesa quitándose la chaqueta y colgándola en el respaldo de la silla. Metódicamente dobló las mangas hasta sus antebrazos.
- No, ya hemos estado allí. Se durmió en detención, como siempre dejando su goma de mascar debajo de la mesa. Llamé a sus padres, pero ambos sabemos que no sirven para nada. Parece que yo voy a tener que tomarla en mis manos.
- ¿Qué va a hacer? Realmente no lo sabía y su estómago estaba revolviéndose por las opciones. Sus bragas estaban empapadas. Desde que había entrado y se había puesto esta falda de uniforme de niña pequeña. El segundo que ella se dobló la falda se subió dejando al descubierto parte de su espalda.
Ella se levantó de su silla pensando en tomar un papel de chica aún más mala. Separó las rodillas ligeramente y pasó los dedos ligeramente a lo largo del cuello de la camisa doblada.
- Me podría tomar donde los muchachos lo dejaron.
El apretó los labios.
- No lo creo señorita Smith- Él puso sus manos sobre la mesa cuando se inclinó hacia ella -Parece. ¡Ahora!
Sacudiéndose, ella saltó a sus pies.
- Va a quitarse sus bragas y dejarlas sobre mi escritorio.
- ¿Quitarme... .. Las bragas? Ella le guiñó un ojo. Ella pensó que se las iba a dejar puestas mientras él decía eso. Si se las quitaba él vería cuan húmeda estaba. Podría oler su excitación. Él... Oh Dios, la castigaría con la espalda desnuda.
- ¿Hay algún problema señorita Smith?
- No, señor.
Ella tragó y llegó hasta su falda y deslizó dos dedos en el elástico en la cintura haciendo todo lo posible para mantener la falda cubriendo su vagina. Las empujó por el muslo, luego se dio cuenta que la falda se subiría hasta su culo cuando se inclinara hacia adelante para eliminarlas de las piernas. Haciendo una pausa en el algodón blanco justo por encima de la rodilla, lo miró.
El tenía su mandíbula rígida. Su mirada en sus bragas. El se enderezó y sus dedos eran blancos en la parte de arriba de la silla, mientras la observaba. ¿Él iba a tratar de hacer algo más que golpearla? Allí, se dio cuenta de que si él quería joderla ella lo dejaría.
- Quíteselas del todo. Exigió él con voz ahogada.
Mordiéndose los labios, ella empujó las bragas hacia bajo de las piernas luchando cuando pasó por los zapatos, sin tener en cuenta que su culo estaba al aire. Rápidamente, ella se puso de pie y tiró de la falda a su lugar, pronto se dio cuenta que había dejado sus bragas en el piso.
Ella lo miró y él asintió con la cabeza. Ella se preguntó que si él no llevara la máscara vería una de sus cejas levantada.
- Le dije en mi escritorio. Le recordó. Como si ella necesitaba que se lo recordara. Inclinándose hacia abajo, ella las recogió, dándose cuenta cómo sus muslos se deslizaron juntos cuando se movía. Ya estaba tan mojada, la crema se filtraba en sus pliegues y las piernas. Ella se apretó y levantó rápidamente, temiendo que pudiera gotear en el piso, luego, causalmente puso las bragas en la mesa.
Él asintió con indiferencia.
- ¿Crees que esto es una broma señorita Smith?
- No, señor. Ella temblaba cuando su pulso vibró en el cuello, corriendo frenéticamente a través de su cuerpo. Esto era más que una broma. Ella estaba muy en serio acerca de sus necesidades… infiernos, ¿qué otra cosa podría haberla llevado a buscar un lugar que pudiera atender su deseo de ser castigada?
- Hmm. El se sentó en la mesa y abrió una carpeta de manila. Sus dedos corrían por el borde de las bragas mientras él aparentaba leer… la incertidumbre la tenía mojada de lo excitaba que estaba. Su cara estaba caliente mientras se preguntaba lo que él estaba sintiendo.
- Deje de moverse. Ordenó al mirarla, y ella se dio cuenta que había estado de pie en pie.
- Sí señor. Murmuró.
- Ah ya veo que fallo en álgebra, también. Comentó secamente.
- Soy mala para las matemáticas.
- Tal vez si hubiera estudiado... Golpeó la mesa con fuerza con sus largos dedos, enviando un escalofrió a través de ella irradiando su fuerza.
¿Dónde estaban los hombres así en la vida real? Ella sólo conocía uno y él era inalcanzable.
- He considerado su comportamiento hasta ahora. Le impuse rezar varios rosarios. ¿Usted los hizo?
- Um...
- No lo creo. El castigo corporal parece la única solución.
Él se puso de pie de repente y fue alrededor de la mesa, la agarró del brazo y la arrastró a un asiento, al igual que alguien que arrastraba un niño salvaje. Él la empujó hacia adelante cerca del cojín para que su torso descansara a lo largo. Agarrándola de las muñecas, las tiró detrás de ella y las cruzó por su espalda. Luego él la amarró de modo que los dedos de cada mano estuvieran agarrados en el brazo opuesto.
- No te muevas. Le ordenó.
Oh, por fin. Eso era todo. Ella contuvo un gemido cuando él subió la falda, metiéndola bajo el apretado brazo, entonces se retiró como evaluándola.
- Estoy considerando nalguearla, dijo él, su voz sonaba ahogada otra vez. El pasó un dedo suavemente sobre una de sus nalgas y de repente la dejo de tocar -Pero creo que tal vez eso no sea bueno para una chica como tú. Creo que tal vez con una paleta.
El corazón de ella latía más rápido con ese pensamiento. Sí…Él estaba en lo cierto. Por el momento, la mano sería muy íntimo, y quizás no lo suficiente. Necesitaba algo áspero, algo que realmente castigara su culo.
No era como si hubiera hecho algo malo en realidad. Tal vez sólo quería ser castigada por ser una niña buena toda su puta vida. Aburrida, blanda, bostezando, digno de una chica que había suprimido su lado salvaje, casi hasta ahogarse. Sí, esa chica necesita unos azotes.
- Por favor... No. Ella suplicó, sus palabras sólo elevaba su nivel de excitación. Sabía que no lo detendría. Sólo su palabra de seguridad detendría el juego. Y no había manera de que ella digiera "alcachofa".
- Debió tener en cuenta las consecuencias antes de pasarse al lado malo. Él echaba chispas. Ella oyó que él se ponía de pie y se atrevió a mirar por encima de su hombro. En su escritorio, él abrió un cajón y sacó una paleta que la hizo reconsiderar esta aventura.
Su respiración se aceleró y miró de nuevo hacia delante. El miedo y la emoción peleaban, pero su intensa necesidad prevaleció.
- No tiene de qué temer. Dijo él, detrás de su espalda -No te voy hacer daño pero puedo garantizarle que no se va sentir cómoda durante todo el fin de semana. No va olvidar fácilmente el castigo dado por su comportamiento. El trajo la paleta a su línea de visión. -Es madera. Elegí esta sólida en lugar de la con agujeros para hoy. Esto aumentará la resistencia de la carga y mantendrá su culo recordándole lo que se merece. Pero...esta es artesanal, cómo usted sentirá tiene pocos nudos tallados para recordarle cómo comportarse.
El corrió el objeto rectangular sobre su brazo y ella sintió los golpes. Otro escalofrío la recorrió. Sí. ..
- ¿Estás lista? Le preguntó.
- Sí, señor, dijo ella. De hecho no estaba segura pero ya no podía retroceder. Si esto era un error, entonces tenía que ajuntarse, si no la hacía sentir bien en este fin de semana y si no le gustaba nunca lo volvería a hacer, pero en el fondo... Básicamente, sabía que esto era muy adecuado para ella.
- Ni un sonido. Él la advirtió -No queremos que otros estudiantes sepan sobre su castigo.
- Pero señor, no sé si puedo...
- Trate.
Ella asintió con la cabeza, momentáneamente incapaz de hablar y con la esperanza de que podría permanecer en silencio. Ya manteniendo adentro sus gemidos de excitación.
El frotó la madera a lo largo de su culo luego le dio una palmada en las nalgas, como si probara su firmeza. Ella se retorció y se mantuvo a pesar que quería suplicar que lo hiciera. Esto no era por lo que ella pagó. De repente, él lo llevo atrás y golpeó su culo contra la madera, sacándole un grito involuntario, con una explosión de dolor a través de su piel radiando en la zona afectada.
- Silencio. Él gruñó. Otro golpe siguió a su orden y ella enterró sus dedos en sus brazos mientras contenía el grito que quería escapar. Salió como un gemido ahogado. Ella apretó la frente contra el borde del asiento, cuando la paleta golpeo su trasero. Un inocente y caliente dolor se expandía por ella, llegando a su vagina y empujando hacia arriba en su canal. Si ella estuviera jodiendo. Si tan solo.
La agonía continuó, pero también la satisfacción. Se sentía bien. Eso era lo que necesitaba para... ¡Oh Dios!
¡Qué placer! Golpeó la madera sin descanso, en su culo convirtiéndolo en éxtasis. Ella se estremeció como exigiendo un pene. Una ola pasó tan intensa que apenas sintió la pala en el culo y casi no sintió cuando se detuvo.
Ella gritó involuntariamente con la sensación de frescura de los dedos en su culo caliente.
- Shh... Murmuró el -Shh...Todo está bien. Sus manos recorrían sus brazos suavemente, aflojar el agarre, liberando sus manos a un lado. Con cuidado él la ayudó a levantarse y le limpió las lágrimas que se habían filtrado a los lados bajo la máscara. Ella ni siquiera sabía que estaba llorando.
- ¿Está bien? Le preguntó.
Ella asintió con la cabeza y luego empujó las sensaciones que latían a través en su caliente culo cuando se enderezó, se arregló la falda por encima. Y sin embargo, su cuerpo exigía más. Necesitaba ser follada y ella quería poder preguntar por eso, pero no era parte de su contrato. La decepción se estableció en ella, incluso su excitación continuaba girando fuera de control y la satisfacción con la paleta le dijo que quería más. ¿Cómo joder...? Esta noche, cuando estuviera acostaba en su cama con la espalda dolorida en sus nuevas sábanas blancas y usando su duro vibrador, fingiendo que era el Señor Inaccesible y quien fue el que golpeaba el culo, todo estaría bien.
Solo, fuera de la oficina del director, Ethan Tavish agarraba el mostrador de su cómoda un poco inclinado hacia adelante, mientras se esforzaba por respirar. Su excitación nunca había estado fuera de control. El sudor corría en su piel al lado de su cara recordando la escena que acababa de dejar.
Natalia Cooper. Su hermoso oscuro cabello, ojos marrones de secretaria. Sus curvas jugosas siempre lo habían tentado. Y ella había venido aquí para ser castigada. Sabía por su archivo que esta era su primera vez aquí y sus reacciones confirmaron que no era algo que había hecho hasta ahora. Oh... Ella era una sumisa de cuna. Eso era evidente. Algunos incluso la podrían llamar una puta para el dolor. Él no lo haría. Fue simplemente hermoso y sería perfecta a sus inclinaciones.
Ethan no seguía todas las reglas del BDSM . Cadenas, cuero, pinzas, la negación del placer, él podía dar o tomar…él simplemente no les hacía caso…, pero a la hora con látigo, con una paleta, azotes o latigazos en un trasero delicioso, no había nada mejor. Le gustaba estar a cargo y le gustaba dominar. Principalmente, se enamoró de la pasión de una mujer que grita con el dolor momentáneo de su disciplina, era un placer tan divino que era adicto sin remedio.
La dulce Natalia llorando casi lo llevó a rasgarse el pantalón y quiso joderla hasta que no se pudiera mover. Pero ahora no era el momento ni el lugar. Ella había ido a El Calabozo por esto, las mujeres no podían joder aquí. Esto era similar a la prostitución para su gusto. Ahora, si él y Natalia hubieran venido aquí y hubieran rentado una habitación de juegos... Sería otra historia. Ethan se quitó el cuello de sacerdote que lo estaba ahogando y prometió que en un futuro próximo vendrían aquí juntos y él le mostraría todos los placeres que ofrecía El Calabozo.
Se sentó y se quejó del dolor por la presión que hacían sus pantalones a su pene. Y no fue suficiente presión. Tenía que salir de la habitación rápidamente antes de que ella viera la gran erección en sus pantalones. Él estaba tan duro que le costó ponerse sus pantalones.
- Oye, viejo.
Ethan levantó la vista para ver a su mejor amigo Bob.
Como de costumbre el hombre parecía que había peinando su cabello castaño con un batidor de huevos , pero esto no impedía que las mujeres lo desearan. De hecho, el nivel de atracción era más cuando se enteraban que era dueño del Calabozo. Pobre tipo. En realidad no le gustaba eso. Era muy difícil para él encontrar una mujer que significara algo para él.
- ¿Estás bien? Rob preguntó cuando Ethan le lanzó una mirada indecisa -Estás pálido y febril.
- Estoy bien. No estoy enfermo.
- ¿Sesión difícil?
- Sí, se puede decir... La conozco, ella no sabe quién soy.
Enmascarados o no, él sabía que era Natalia al instante. Se pregunta si debería sentirse insultado porque no lo hubiera reconocido. Cuando ella se inclinó sobre el banco de azotes, el tatuaje en su espalda había revelado su identidad. De vez en cuando, había visto el ala entrelazada con hojas de hiedra y el celta cuando se le subía la camisa mientras ella archivada los documentos. Ambos eran femeninos y distintivos. Nunca había visto nada igual. No cabía duda de quién era el tatuaje.
- Y tú la deseas...
- Wow, eres psíquico. El suspiró - Lo siento hombre. Sí, lo hago. Lo he hecho por mucho tiempo.
¿Podrías?.... Debería él preguntar -¿Me puede decir si ella volverá otra vez?
- Por supuesto. Eres uno de los mejores. Te la diré cada vez que ella…. ya sabes, todo el tiempo que tú siguas actuando. Sé que tienes un trabajo de tiempo completo en el "mundo real".
Ethan se echó a reír cuando Rob puso comillas en el "mundo real". Él trataba con un montón de mierda en el club, pero la gente le gustaba mucho cuando hacia latir al negocio.
- El mundo real puede ser aburrido. Respondió haciendo énfasis con los dedos a su amigo -Las mujeres no me dejan acercarme para abofetearlas.
Ahora tenía una idea el lunes, Natalia iba a cumplir con sus rodillas dobladas, sobre su escritorio y por último con su pene. Si a ella le gustaba su culo caliente definitivamente él se plantaba como voluntario para el trabajo y no iba aceptar un no por respuesta. Ella era suya.
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