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Ahógame


Al entrar en la habitación el sol la inundaba toda y me dejo cegada de momento.

Un penetrante olor a lavanda se expande por ella. Cierro los ojos y me veo transportada a un campo en la Provenza, asoma una sonrisa en mis labios.

Sus manos se posan con suavidad en mis hombros, están desnudos, siento el placer de su caricia, su aliento en mi nuca al besarla giro lentamente la cabeza y veo su sonrisa, su mirada azul…

Esta sin afeitar, le acaricio la mejilla, cierra los ojos al notar mi mano y mi corazón se inunda, los abre y me pierdo en ellos como cada vez que los miro.

Con suavidad me dirige hacia la mesa. Al llegar me suelta el vestido que esta anudado al cuello, cayendo a mis pies, no llevo nada más. Solo estoy yo, sin adornos, ni tan siquiera mi collar Hace mucho que lo llevo en mi esencia y le gusta mi cuello desnudo, solo cuando se da el caso sus manos alrededor de él, constriñendo mi respiración; dejándome sin aliento para luego recibirlo de golpe directamente desde sus pulmones.

Disfruto de la sensación de entregar mi vida a a sus deseos, a su capricho, en sus manos, que saben hasta que punto debe apretar y en que gemido ahogado soltarme.

Me tumba boca arriba sobre la mesa, las piernas me cuelgan a partir de la rodilla, se queda mirando los pies.

La coleta me molesta , no me deja apoyar bien la cabeza, así que le veo salir de la habitación, no digo nada, no me muevo, solo espero.

Tarda bastante en volver, lleva en la mano una pequeña toalla que ha enrollado, levanta un poco mi cabeza, y la pone justo debajo de la goma que sujeta mi pelo, ahora estoy cómoda y sonrío.

Noto la sonrisa en su mirada, el resto del rostro no muestra emoción ninguna.

Vuelve ha salir trayendo consigo pequeñas velas, de las que se usan en los calienta platos, les quita la parte metálica que las contiene y pone una en cada empeine de mis pies, son moradas, al encenderlas sale un suave aroma a lavanda, sabe que adoro ese olor y me lo ofrece.

Enciende primero una y la segunda, poco a poco empieza a derretirse la cera y noto el primer calor, cierro los ojos y me dejo llevar. Las dos siguientes son colocadas en mis rodillas, una en mi monte de Venus, en el ombligo otra.

Una en cada pecho, poco a poco voy sintiendo la cera resbalar por mi cuerpo, ese calor, adorado calor, va dejándolas derretir, solo me mira como mi expresión va cambiando según corre por mi cuerpo la cera liquida.

Noto sus manos en mi cuello, una caricia suave primero, tomo oxigeno y empiezo a sentir como poco a poco va apretando, el aire va saliendo con suavidad entre mis labios silbando.

Libera mi cuello y centra su atención en el estado de las velas, decide poner unas cuantas mas sobre mi vientre, yo noto el quemazón, es placentero dentro del dolor, vuelve a coger mi cuello y ahora aprieta con mas firmeza, mas rato, empiezo a ahogarme a sentir deseos de batallar para liberarme pero resisto al instinto de supervivencia y me quedo quieta.

Me lo libera mientras me besa.

Mi cuerpo esta inundado con la cera derretida, me quema el cuello por la presión, revisa de nuevo las velas, ya están casi consumidas, arquea una ceja y asiento con la cabeza, así que vuelve a tomar mi cuello esta vez con una sola mano, sabe el punto exacto que debe oprimir para provocarme el ahogo en la otra tiene el gato, al tiempo en que empieza a apretar de nuevo mi cuello va apagando las velas con él, y luego según corta mi respiración noto como la cera salta de mi cuerpo a cada uno de sus toques, su mano es grande ya hace un momento que no respiro, incluso ni noto ya los golpes… empiezo a agitarme, estoy a punto de desmayarme cuando siento sus labios en los míos y el aire en mis pulmones.

Mi respiración vuelve poco a poco, veo su sonrisa y sonrío.

Me besa en el oído al tiempo que me dice….. Te quiero mi niña, solo a ti y para siempre.




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